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El Sueño del Bebé

El bebé divide su tiempo fundamentalmente entre mamar y dormir, a menos que una circunstancia especial como un clima demasiado caliente o demasiado frío o alguna enfermedad lo interrumpa.

El comportamiento de los bebés es particular y no se puede generalizar, pero es innegable que se dedican mayoritariamente a dormir durante sus primeros días de vida. Por eso, hay que prestarle atención a esta actividad, ayudarlo a que la lleve a cabo lo más tranquilamente posible y tratar de que no adquiera malos hábitos.

Esto quiere decir que la idea es tratar de que por más recién nacido que esté, es importante establecer una rutina, por salud, pero sobre todo para que tenga límites y vaya adquiriendo disciplina, la educación de un bebé empieza desde que llega al mundo.

Una de las primeras cosas que debe aprender y que tú debes tratar de enseñarle es a distinguir entre el día y la noche, así la noche debe ser para que tanto él como tú descansen. La rutina debe ser casi inviolable porque si no él no tendrá claro cuándo debe dormir y tendrá un desequilibrio en el sueño.

 Para hacerlo es importante generar una especie de ritual, según el cual le das de comer, le pones la ropita de dormir, le haces la higiene bucal, lo arrullas, le cantas o le lees un cuento, le das un juguetito o muñequito para que duerma con él, pones la luz baja, y en fin cualquier actividad que resulte relajante para él, como escuchar música. Pero esto debes repetirlo de la misma manera todos los días, igual que el baño en la mañana, o las horas de alimentación, porque de esta manera se le convierte en hábito.

Esta ceremonia debe iniciarse desde la primera noche en la vida del bebé, y luego cuando ya pase a dormir solito (que entre más pronto mejor), la rutina debe continuarse sin alteración. Si lo has puesto a dormir solo antes, bien por ti. Así, él sabrá que aunque cambió de habitación, todo lo demás sigue igual. Esta rutina es fundamental porque además de iniciar al bebé en la disciplina, le da seguridad.

Si llega el momento de irte de su cuarto y él no desea quedarse solo, puedes quedarte un rato más con él y disfrutar de algunos momentos para fortalecer el vínculo que te une a tu bebé. El cuarto no debe dejarse inmediatamente para que el bebé no se sienta abandonado o perciba alguna pérdida, pero debes empezar a caminar cada vez mas cerca de la puerta, mientras él termina de dormirse.

Hay por otro lado, elementos que deben ser tomados en cuenta, para que las noches del bebé sean las mejores. Su cuna debe ser lo más cómoda posible y debe ser cálida, al igual  que la habitación ya que el bebé todavía no regula bien su temperatura corporal, por lo que se enfría rápidamente y no puede calentarse moviendo su cuerpo, porque tiene poco control sobre éste. La temperatura ambiente ideal es de 24 grados centígrados.

Debes cuidar que durante la noche, no se destape o se le corran las frazadas, por lo que es recomendable que amarres el extremo inferior al colchón con clips o gasillas, y dejes los lados sueltos para permitirle movilidad. La frazada no debe ser peluda, ni debe tener agujeros, pues se le puede irritar la piel o le puede entrar frío.

Además, si tu bebé llora, antes de cargarlo es recomendable que analices la situación y averigües el motivo del llanto, como la frazadas mal colocada, la temperatura inadecuada, o que él quiera cambiar de posición, de esta forma evitarás que la disciplina que te ha costado alcanzar se pierda. No debes correr a cargarlo y a llevártelo a tu cama cada vez que él lo desee, sino cuando realmente lo necesite, por ejemplo que se encuentre enfermo. Se recomienda estar alerta, pero no ser demasiado protectora.

Sigue nuestros consejos, y así tanto tú como tu bebé tendrán dulces sueños, y al mismo tiempo estarás estableciendo límites que cuando esté más grande te serán muy útiles.

 



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