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ENTRETENIMIENTO: Huellas de Mujeres

INICIO : ENTRETENIMIENTO : HUELLAS DE MUJERES : ARCHIVO

Lucrecia Borgia (1480 - 1519)
Duquesa de Ferrara, Italia

   Lucrecia Borgia perteneció a la familia italiana (de origen español) más corrupta de la historia. A ella particularmente se le ha considerado culpable de asesinatos por envenenamiento, de incesto y muchas otras atrocidades.

    Sin embargo, tenía un carácter dual, pues por momentos se pensaba que era la mujer más casta, y por otros el vivo demonio. La historia no se ha decidido sobre cuál posición tomar, pues las atrocidades que se le adjudican no están comprobadas.

    Lucrecia nació en Roma en 1480. Su padre era el cardenal Rodrigo Borgia, quien después sería el Papa Alexánder VI y su madre Vanozza Cattanei, amante de Alejandro VI, por lo que Lucrecia es hija ilegítima, aunque él la reconoció dandole su apellido (Borgia) y la utilizó en todas sus intrigas. Tristemente famoso es también un hermano de ella, Cesare Borgia o Il Valentino, como era comúnmente nombrado entre los aristócratas del Renacimiento italiano.

    A los 11 años ya la habían comprometido dos veces, pero los acuerdos fueron anulados por Rodrigo. Cuando éste se convirtió en Papa, la casó con Giovanni Sforza, señor de Pesaro, en busca de una alianza con la poderosa familia feudal que reinaba en la Lombardía y Milán.

    Después de dos años de matrimonio y de vivir en Pesaro, ella regresó a Roma con su marido. Al poco tiempo la alianza entre las familias había perdido sentido, pues el Papa ya era muy poderoso y no necesitaba el apoyo de nadie. Así, planea matar a su yerno. Pero, antes de que el asesinato se desarrolle, César le cuenta a su hermana los planes del Papa, por lo que ella le advierte. Sforza huye, y los Borgia estaban otra vez solos. Sin embargo, había que deshacerse del yerno y romper el parentezco, pero el joven no acepta el divorcio.

    Ante esta negativa, le proponen que demuestre que es hombre suficiente para estar casado con Lucrecia, acostándose con ella delante de testigos de las dos familias, a lo que por supuesto no accede. Realmente molesto, Giovanni decide decir públicamente lo que ya mucha gente sospechaba. Acusa a los Borgia de mantener relaciones incestuosas.

    El Papa, para nada molesto, ofreció entonces llevar a cabo la separación por anulación de votos debido a la no consumación de la unión. Sforza no tiene más salida y también por presión de su familia, firma el documento en el que confesaba la no consumación del matrimonio (impotentia coeundi).

    Durante este proceso, Lucrecia se enclaustró en un convento y sólo se comunicaba con su padre por medio de un mensajero.

    Es en este momento donde se presenta el carácter sórdido que envuelve a la familia hasta nuestros días y cuando la historia se empieza a convertir en leyenda, pues Lucrecia queda embarazada; aún hoy no está claro quién es el padre del futuro niño. Hay versiones que dicen que el padre era el mensajero que se había hecho amante de la princesa (un tal Pedro), otras dicen más bien que el niño es producto de las relaciones culpables que mantenía Lucrecia con su padre o con su hermano.

    Cuando nació el niño, Lucrecia se sometió a un examen de la Iglesia que la dictaminó como virgen.

    Alexandro VI para darle legitimidad al niño y apaciguar las malas lenguas, lo presentó hasta que tenía tres años, como su nieto, hijo de Cesar y de una mujer desconocida. Pero después hizo un comunicado en que lo reconocía como suyo, aunque tenía sesenta y siete años. Debido a estos informes papales magistralmente confundidos por Alexandro es que todavía no se sabe a quién atribuir la paternidad de este niño.

    Libre de cualquier obligación Lucrecia se casa con el Príncipe de Aragón, Alfonso de Biscaglie, para crear una nueva y poderosa alianza con el Reino de Napoles. Pero con el tiempo, la alianza se volvió politicamente adversa para los Borgia.  Por lo que mandan a matar al esposo de Lucrecia. Apuñalado y al borde de la muerte, fue llevado a Palacio, donde Lucrecia lo cuidó y lo curó. Después de esta fallida tentativa, César Borgia se encarga personalmente y envía a un hombre de confianza. Con una trampa, logró que Lucrecia saliera del cuarto. Demasiado tarde se dió cuenta del error en que había incurrido y cuando se le permitió entrar de nuevo a la habitación, ya Alfonso estaba muerto.

    Al año, Alexandro deja la administración de la Iglesia y del Vaticano a Lucrecia, a lo que se opusieron muchos, puesto que era muy joven y no tenía experiencia. Fue por esta época que se pensó en volverla a casar, esta vez César eligió al tercer hombre, el príncipe y heredero del ducado de Ferrara, Alfonso d'Este, quien se vió obligado a aceptar la boda.

    A partir de este momento, Lucrecia se convirtió en una buena esposa y madre de cuatro niños. Aunque al mismo tiempo, mantuviera un romance platónico con el poeta Pietro Bembo.

    En 1505, la relación se terminó, pues Bembo se marchó a Venecia. Después Lucrecia mandó a traer a sus otros hijos: Giovanni, su medio hermano por decreto del Papa y Rodrigo hijo del segundo matrimonio. Su esposo se opuso firmemente a esta decisión y a Lucrecia no le quedó más que buscar a miembros de su familia para que cuidaran a los niños. Rodrigo terminó con Isabella de Aragón, en Napoli, en donde murió en 1512.

    Lucrecia devastada por la tristeza, se enclaustró en un convento por un tiempo. Luego, regresó con su marido. En 1519, después del nacimiento de su quinto hijo, que sobrevivió unos días, Lucrecia murió de fiebre puerperal, siendo la digna esposa del Duque de Ferrara, después de haber sido acusada de incesto y de varios asesinatos por envenenamiento, bajo las órdenes de su padre y su hermano.

    Sus contemporáneos no vieron en Lucrecia Borgia sino una princesa utilizada por el padre y el hermano para componendas políticas, pero bella, generosa y culta, amante del arte, capaz de alternar con los genios de la época, y siempre caritativa.



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