NOVELA:
La Vida en Rosa
LA
DIVINA TRAGEDIA
Capítulo
6
Al día siguiente el doctorcito, que era amado y admirado por todos en el
pueblo, decidió arreglárselas para ir al colegio a hacer una visita
médica de "emergencia".
Consiguió una carta del Ministerio de Salud
en la que se consignaba que debido a la epidemia de sarampión que aquejaba la
costa, se debían tomar medidas de prevención y vacunar a todas las mujeres en
edad fértil que no tuvieran las vacunas. Había un contratiempo: la costa
estaba a 880 kilómetros de la ciudad y nadie se había registrado con dicha
enfermedad viral. Tenía dos opciones: o hacer un pequeño tachoncito en el
comunicado oficial en el cual se especificaba DE: Ministerio de Salud PARA:Todos
los centros educativos en el Pacífico - de enseñanzas primaria o superior - o
arrugar un poco el documento, el asunto es que estaba totalmente decidido a
conocer a la tímida jovencita con una dulce voz, por cuyo recuerdo no pudo pegar
un ojo la noche anterior.
No creía que la edad fuera a importar, la niña
parecía de 20 pero tal vez debía estar en el último año de la
secundaria, así que debía tener 17 o 18, más o menos, no pensaba que fuera un
impedimento, el tenía 24, se acababa de graduar y tan joven debido a que no era
nada tonto, además era bien parecido y no había decidido contraer matrimonio
porque sencillamente tenía tantas hermosas mujeres a su alrededor que no lo
necesitaba. Claro, pensaba que ahora sí había llegado la mujer de su vida.
-Buenos días, Madre Superior,
¿Me conoce?
-¿Cómo no?, doctorcito, usted es bienvenido a esta escuela,
¿en que podemos
ayudarlo?
Daniel había decidido hacer una mezcla de papel líquido, tachón, y unas
pequeñas arruguitas, con lo cual la madre superiora dice:
- Mire doctorcito, debe
tener un poquito de cuidado, no se lee muy bien la car...
Inmediatamente Daniel se la arrebata muy nervioso, y tratando de controlarse,
cosa que hace muy bien, le dice:
- Usted sabe, entre la costa y la meseta llueve demasiado y se me ha dañado
el documento, esas cosas pasan.
- Voy a llamar por teléfono...
- No se preocupe, yo lo hago después.
Unos instantes más tarde estaba caminando por los pasillos y su ojos eran
del tamaños de un plato sopero, andaba búscandola a través de las ventanas, en
los pasillos, en el aire, en el agua de las cañerías, estaba decidido a
encontrarla hasta que la vio en una clase, sentada y distraída viendo los
rosales, se le fue el habla al ver sus ojos azules y la hermosa nariz que sensualmente adornaba sus rojos labios. Instintivamente
Daniel dijo:
- ¡Aquí!
- ¿Aquí qué? - dijo la madre superior.
- No, que podemos comenzar por aquí.
- Y por qué aquí, lo iba a llevar a la clase de deporte.
- No, es que es mejor que la piel esté limpia, si tiene sudor se puede
infectar -
excelente respuesta, siempre ha sido un mentiroso compulsivo.
Continuará...
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