NOVELA:
La Vida en Rosa
LA
DIVINA TRAGEDIA
Capítulo
4
Le gustaba el canto lírico y
adoraba la trágica historia de Otelo, sentía que su corazón se fruncía al
pensar que en esta vida alguien fuera tan malo como Yago y pudiera engañar y
hacerse pasar por un entrañable amigo. Adoraba Don Giovanni porque adoraba el
pensar que un hombre fuera capaz de hacer cualquier cosa por su amada, pero prefería hacer vibrar su corazón con las
viejas canciones de Agustín Lara, Benny Moré y José Alfredo Jiménez, porque
le parecía que estaban tan cerca de ella... Además
nunca iba a olvidar esa tarde en que la ovación pública convirtió su dolor en
secreto.
Estaba ella cantando frente al espejo, soñando con cantar en el mítico y
romántico Tenempa, rodeada de la imagen de sus amadas estrellas.
Alfredo no
faltaba los domingos a las reuniones familiares y a los conciertos secretos de
Maricarmen. La familia Dubois y los padres de éste se conocían desde la época
en que vivían en Aix en Provence. El vínculo se estableció rápidamenente ya
que en esa ciudad los únicos hispanohablantes eran doña Consuelo y los padres
de Alfredo. Los señores Dubois lo adoraban pues lo habían visto crecer y
correr toda su vida detrás de Maricarmen. Esa cercanía poco a poco se fue
convirtiendo en un amor ciego, amor que lo llevaba a aceptar las condiciones que
la niña le pusiera; claro, ella tenía un corazón tan noble que jamás intuyó
que detrás de esas invitaciones a comer helado después de misa, las visitas a
los salones de patines y andar agarraditos de la mano y las escenas de celos
ante las fotografías de Luis Miguel estuvieran motivadas por un amor
eterno.
El padre de Alfredo tenía serios problemas de bebida, y había
llegado a niveles de agresión increíbles. Agredía a todos en la casa. A pesar
de que el papá de Maricarmen era un poco violento, tenía un gran corazón y el día en que el
chico llegó llorando a casa con serias contusiones en el cuerpo debido a la
golpiza que le propinó su padre, su cara se transformó en la de un monstruo,
golpeó la mesa con el puño, rompió el viejo bastón de roble, tomó el
automóvil y corrió, doña Consuelo mando a sus criados a detenerlo, y cuando
estos llegaron estaba correteando al agresor por la casa, la madre estaba
desesperada pues ya lo había agarrado por el cuello y le estaba dando golpes y
quería matarlo. Hemos de recordar que el padre de nuestra protagonista perteneció al ejército y era un
hombre sumamente corpulento y cuando montaba en cólera no había quien lo
detuviera. Pegaba como una mula como seña de los viejos concursos clandestinos
del ejército durante la guerra de Indochina. No se decidieron a presentar cargos a pesar de que la cara
de Alfredo padre apenas era posible encontrarla entre hematomas y cortaduras.
Continuará...
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