NOVELA:
La Vida en Rosa
LA
DIVINA TRAGEDIA
CapÃtulo
3
Nadie sabÃa por que ella tenÃa los
ojos como un invierno mientras estaba cantando, sus amigas, sentadas entre el público,
tampoco entendÃan lo que pasaba, pero brincaron de alegrÃa cuando descubrieron
que habÃa nacido una estrella. Corrieron después de la función hasta el
camerino, y ella estaba sentada frente al espejo callada, sin hablar, guardaba
un silencio que se convertÃa en una mueca desesperada, ya no estaba llorando,
únicamente se preguntaba que estaba pasando.
La china rompió en silencio:
-Estuviste genial, jamás me imaginé que cantaras tan
bonito.
-Pero estabas llorando, dijo Mimi, ¿Tanto sentiste la canción?
Inmediatamente llegó Mirta, con una risa multicolor, sin el menor
arrepentimiento de lo que acababa de hacer, la felicitó:
-Bueno, parece que ya
encontraste tu camino, niña bonita, supongo que estarás
pretendiendo dedicarte a llevar una vida frÃvola como todas las cantantes.
Ella guardó
silencio, aspiró un poco, y con una voz salida desde su corazón le
dijo:
-Estabas con él, te
vi....por Dios, te vi...estabas en el descampado con
él.
-Niña, estás equivocada, creo que te estás volviendo loca
¿no me digas que
hora vas a empezar a alucinar también?
Ninguna de las otras niñas sabÃa
qué sucedÃa, sólo veÃan la risa macabra
que tenÃa Mirta.
Estaban en clases de matemática, nunca
se aburrÃa tanto en otras clases como en esta, especialmente porque el gran
ventanal daba directamente al inmenso rosal que iluminaba la entrada del
colegio, sor Magda adoraba ese jardÃn como a su propio hijo, Carmen veÃa a los
pájaros que cantaban como desesperados la llegada del invierno. Ella sabÃa que
pronto iba a terminar su infancia, pronto iba a abandonar esas paredes que la
vieron crecer y debÃa tomar la decisión profesional de su vida, aun no
sabÃa cómo decirle a sus padres que habÃa decidido ingresar a la escuela de música.
Ciertamente se sentÃa culpable por lo de su papá, habÃa enfrentado a Mirta y
la habÃa culpado de su desgracia, en el arrebato de ira le dejó caer un
tintero encima del sobretodo y las monjas las suspendieron a ambas, a una por
realizar tal acción y a la otra por armar una escena, la Hermana Superiora no
podÃa saber que todo era un problema del corazón y que aun menos la escenita
habÃa sucedido a sus espaldas.
Miraba y miraba el rosal porque hacÃa
quince dÃas que habÃan echado a su jardinero amado, recordaba como tomaba los
más frescos jazmines que estaban junto al lago de cisnes y se los llevaba, aun
húmedos del rocÃo matutino, amaba ese olor y las blancas manos que dulcemente
se los entregaba, nunca pudo hablar con él y nunca supo por que ya no estaba
allÃ, curiosamente Las Niñas tampoco lo sabÃan, dicen que habÃa corrido el
rumor de que lo habÃan visto con una alumna y eso merecÃa un castigo feroz,
además que ese inocente jardinero mantenÃa una familia de tres hijos y
tenÃa a su señora con otra crÃa en el vientre. Lo habÃan visto con una
alumna y no era ella, se sintió peor por ser un pecadora sin haber pecado. Esa
misma semana su nana vio uno de los olorosos jazmines que le daba cada mañana,
le
dijo "Niña, ¿que andas haciendo con una flor de muerto?
-¿Flor de muerto?
-Llévatela inmediatamente si no quieres que te pase algo feo.
Continuará...
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